Voy a comenzar con una viñeta que dibujé hace mucho pero que sigue vigente a día de hoy.
Qué lejos se han quedado los propósitos de año nuevo, ¿verdad? Y eso que estamos aun a 25 de febrero. Traigo esto a colación porque uno de los míos era comunicarme con ustedes al menos una vez al mes, vía esta newsletter. Y ya ven.
Les confieso que últimamente siento que la vida me ha sobrepasado. No se bien si es la vida o esta ciudad que me tiene un poco desquiciada. Lo único de lo que estoy segura es de que me pesa mucho la mochila, metafórica y literalmente (un día hablamos de tooooodas las cosas que llevo en mi hatillo). Estoy sobrecargada de pensamientos, ideas, proyectos que quiero hacer, proyectos que siento que tengo que hacer y un saco enorme de deberías.
Estoy luchando conmigo misma para cerrar todas las pestañas que están abiertas en el navegador, por quitar varios libros de la mesilla de noche, por tachar de la lista interminable las cosas que, ya desde antes de apuntarlas, se que no voy a hacer.
Keep it simple, me dije al acabar 2023. Otro propósito de año nuevo que se va a la mierda.
Pero dejémosnos de agobios internos y de llantos encima del escritorio. La vida está ahí afuera. Y si no, miren el cielo que se ve desde mi ventana.
Voy a contarles algunas cosas que me han pasado en las calles neoyorquinas estas últimas semanas y que (thank god) me han levantado algo el ánimo.
Les prometí hace una par de semanas que les hablaría de mi visita al Hotel Chelsea. Hace un par de semanas conocí a ManLai en el cumpleaños de un amigo. Después del clásico small talk para calentar (el tiempo, las amistades comunes, el precio de los aguacates) llegamos al tema favorito de los migrantes neoyorquinos: el alquiler. ¿Dónde vives? le pregunto. “Vivo en el Chelsea Hotel desde hace 40 años“. ManLai no había acabado la frase cuando disparé mi réplica “¿te puedo visitar la semana que viene?“ .
ManLai es parisina de origen chino. Vivió en Barcelona en la época de Bocaccio y se mudó a Nueva York en la década de los 80, cuando sintió que todo lo anterior se le quedaba pequeño. Encontró un apartamento en el Hotel Chelsea gracias a un amigo que vivía allí y decidió que aquel lugar rodeada de artistas y bohemia era su place to be. Allí lleva 40 años y allí ha criado a sus hijas gemelas como madre soltera. ¿Se imaginan desayunar todos los días viendo esa imponente señal?
El apartamento de ManLai no defrauda. Tiene todo lo que esperas encontrar en el interior de una de las habitaciones del Chelsea Hotel: paredes de colores chillones revestidas por infinidad de obras de arte, torres de libros sobre el Chelsea Hotel, muebles kitsch, alfombras de cebra, incluso un cuarto de baño rosa lleno de patitos de goma.
Por si queda alguien que no lo sepa (o no haya leído mi libro, cogh), en el año 2011 los dueños del Chelsea dejaron de recibir inquilinos con la idea de convertir el edificio en un hotel de lujo. En la actualidad quedan 49 inquilinos que residen de forma permantente. El resto son habitaciones de hotel que, en mi humilde y no solicitada opinión, han borrado cualquier rastro de Historia que pudiera quedar en las paredes del hotel. Dejen que les cuente lo que sucedió durante el tour que mi ManLai nos dio por el edificio:
ManLai vive en la habitación 111, a escasas dos puertas de la habitación donde Sid Vicious asesinó a Nancy Spungen (room 100). Cuando caminábamos hacia el lugar del crimen aparecieron dos chicos jóvenes, bastante fumados, que resultaron ser los huépedes de la susodicha habitación. “Do you know where you guys are staying?“ les preguntó ManLai. “No idea“ contestaron. ManLai les contó la historia: en ese mismo cuarto de baño donde descansaban sus cepillos de dientes, Nancy fue encontrada sin vida sobre un enorme charco de sangre producto de una herida de puñal en el abdomen. Los chicos miraron el impoluto alicatado de mármol con escepticismo (estaban realmente fumados). Les pregunté si les importaba que pasara a ver la habitación. Mi espíritu mitómano quiso buscar un canal de comunicación con aquel oscuro episodio pero fue imposible. Aquellos acabados anodinos y aburridos impidieron cualquier tipo de conexión mística.
Qué oportunidad perdida.
En fin, toda una experiencia haber tenido acceso a este templo neoyorquino. Te estaré eternamente agradecida, ManLai.
And speaking of newyorkers: una tarde de noviembre de 2023, cuando iba de camino a nosédonde, se me ocurrió sacar mi libreta en el metro para dibujar a la persona que tenía sentada delante de mí.
Desde ese día hago al menos un dibujo diario, al que le dedico no más de 5 minutos (en realidad calculo el tiempo en paradas, normalmente 4. Si consigo cazar a alguien en 6 paradas me considero afortunada). Cuando acabé la primera libreta (100 hojas) decidí poner todos los dibujos juntos en una cuenta de Instagram, a la que he bautizado como @SubwayFigures en honor a mi cuenta favorita de Instagram @SubwayCreatures.
Para mi es un ejercicio muy útil por una serie de razones:
Si haces algo todos los días, evolucionas.
Me pongo a prueba dibujando en situaciones en las que yo no controlo todas las variantes (la gente se mueve o se baja, el metro se mueve, etc.)
Es liberador subir dibujos que se que no son perfectos, y esto me acerca a algo a lo que aspiro como artista: reconciliarme con mis errores.
No lo van a creer, pero es una manera infalible de conocer gente y hablar con desconocidos.
Si les interesa y quieren saber más sobre este proyecto, tienen aquí la entrevista que Eva Blanco me hizo para Vogue Spain.
Algunas de ustedes se interesaron por algunos de estos dibujos via Instagram. Tienen algunos originales en mi tienda online que pueden adquirir aquí.
Por cierto amigas, aprovecho para decirles que a principios de marzo haré limpieza de primavera y dejaré de vender algunas de las láminas que tengo en la web con las que ya no me siento tan identificada. Hay que hacer espacio para que pueda llegar lo nuevo.
Les dejo un descuento del 25% por si quieren aprovechar la oportunidad: CLEAN25.
Más cosas que he estado haciendo últimamente por estos lares:
Ya se lo dije hace unos meses pero como a veces me preguntan, insisto: si alguna vez se les ha pasado por la cabeza que les gustaría que les amenizara una de sus fiestas con una sesión de retratos en directo, no duden en mandarme un email preguntando mi disponibilidad. Esto es algo que hago a menudo en Nueva York. Les enseño algunos de los eventos en los que he estado últimamente.
Hace un par de semanas estuve en una fiesta de cumpleaños y el encargo fue el siguiente: dibujar a los invitados sin que ellos posaran. Yo me dedicaba a mariposear por el bar mientras cogía pequeños apuntes en servilletas que luego entregaba a los retratados.
La semana pasada estuve haciendo retratos en otra fiesta de cumpleaños, esta vez infantil, en el Upper West Side. Fue muy divertido ver cómo los niños flipaban con sus retratos. Alguno de ellos hasta se animaron a dibujarme a mí, incluso una de las asistentes me obsequió con mi propio retrato. Aquí les dejo algunas fotos.
Pues eso, que si les interesa contratarme, me mandan un email o un mensaje.
Se me quedan algunas cosas en el tintero pero siento que ya me he enrollado suficiente por hoy. Esto es lo que nos pasa a las mujeres, me dijo el otro día mi querido amigo Alejandro Calero. Su comentario vino a colación durante la Gala de los Goya. Cuando Janet Novás recogió su premio a Mejor aActriz llevaba un discurso escrito en un papelito que leyó todo lo deprisa que los nervios le permitieron. Quiso ser concisa y rápida, en contraposición a un señoro que no recuerdo qué ganó, pero que salió sin papel y sin discurso preparado, haciendo unas pausas larguísimas en las que oías cómo rascaba en su memoria algún nombre al que agradecer. Y ese señor no se agobió por el tiempo que ocupaba porque sintió que era suyo.
Nosotras parecemos agradecidas y apuradas por ser escuchadas u ocupar espacios que los hombres dan por hecho les pertenecen. Arrgggg.
¡¡Una última cosa!! El jueves estaré de charleta con Quan Zhou (@gazpachoagridulce) en el espacio Consentino Nueva York.
Tienen toda la info y el RSVP aquí.
Muchas gracias por leerme.
Nos vemos pronto (espero).